¿Inversión de impacto o inversión impactante? No son lo mismo.

La creatividad de los jóvenes diseñadores de moda africanos ha obligado a la industria a fijarse en ellos. Pero para que haya un crecimiento verdaderamente incluyente es esencial que haya inversión. Creo que es razonable afirmar que estamos en medio de una revolución creativa global. La tecnología y su disponibilidad masiva han permitido que comunidades […]

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La creatividad de los jóvenes diseñadores de moda africanos ha obligado a la industria a fijarse en ellos. Pero para que haya un crecimiento verdaderamente incluyente es esencial que haya inversión.

Creo que es razonable afirmar que estamos en medio de una revolución creativa global.

La tecnología y su disponibilidad masiva han permitido que comunidades anteriormente marginalizadas desaten su potencial creativo, y hagan que todas las miradas se giren hacia un mercado profundamente rico y dinámico. Hoy en día parece imposible no considerar que África y los diseñadores de moda africanos, quizás, son el recurso creativo más grande y sin explotar del mundo; pero hace dos décadas esto no resultaba tan obvio para una industria creativa cuyas premisas históricas se basaban en los estándares no africanos no inclusivos de la moda. Si bien hay una clara contradicción en el hecho de que una industria que florece gracias a la innovación y a la expresión creativa se haya perdido de esta oportunidad, el hecho de que esto haya sido pasado por alto ha incitado una revolución que no se parece a nada que hayamos visto en décadas; o, muy posiblemente, jamás.

Roberta Annan, Lagos Fashion Week
Crédito fotográfico: Roberta Annan

Por muchos motivos, la narrativa que domina cuando se habla de los diseñadores africanos y de la economía creativa africana emergente solía ser nada brillante. Yo creo que esta narrativa estaba desinformada, construida a partir de información a la que le faltaban datos y, tristemente, a partir de una tendencia habitual en la que la cultura africana se convertía en la inspiración para las marcas de moda Occidentales sin recibir crédito ni reconocimiento. Tuve la epifanía de que la solución no radica en pedirle a la industria misma que cambie, sino en empoderar a los creativos africanos desde dentro y encontrar soluciones para la infinidad de problemas a los que se enfrentan. Esta fue la génesis en mi fe en la inversión de impacto de rango corto. También es la razón por la cual organizaciones como Upstart Co-Lab resuenan tan claramente: porque el principio de la solución para estos creativos emergentes es el capital estratégico, eficiente y, más crucialmente, directo; así como la inversión en recursos diseñada para ayudar y empoderar a los que más lo necesitan. Darle rienda suelta a una economía creativa para la región africana requirió una estrategia en varias capas que permitiera el acceso a los recursos, la amplificación de prácticas sostenibles que continuaran en el tiempo y la creación de plataformas para la visibilidad internacional. Esta fe es lo que sigue inspirándome casi diez años más tarde.

El mayor riesgo ha demostrado ser la simple inacción de aquellos que tienen control sobre los mayores recursos y que tienen mayor influencia sobre la industria en general

El panorama al que se enfrentan los creativos de color ha sido sombrío desde hace tiempo y, a decir verdad, frustrante para tantas personas cuyo talento es comparable con (o mejor que) el de muchos creativos emergentes de otras regiones, pero a quienes les hace falta toda clase de ayuda consistente o significativa. Debido a limitaciones que van desde la falta de exposición a nivel internacional, oportunidades de colaboración, desarrollo formal de habilidades de negocio y moda hasta la falta de marketing, desarrollo de marca y opciones educativas, estos creativos, y por lo tanto cualquier ecosistema relacionado a ellos, no han tenido oportunidades de estabilidad y menos aún de crecimiento. Después de trabajar de cerca con la ya desaparecida Franca Sozzani en Vogue Italia en su edición “Reposicionando a África” y observar desde adentro la disparidad en la industria, me convencí aún más de la necesidad de implementar una solución orientada por el impacto. El primer paso fue crear lo que se convirtió en Africa Fashion Foundation (AFF). AFF es una organización sin ánimo de lucro creada con el fin de ofrecer información, exposición ante la industria e identificación de recursos para ayudar a que las empresas de los creativos crezcan, así como una ruta hacia oportunidades de colaboración con marcas y medios reconocidos internacionalmente.

Kenneth Ize, Proyecto Loom
Crédito fotográfico: Roberta Annan

Con oficinas principales en Ghana y a través de diversas iniciativas, AFF se ha convertido en un recurso líder y en un aliado estratégico tanto para marcas africanas como para marcas de alta gama y lujo establecidas. Estas iniciativas incluyen un programa de becas que ha llevado a marcas y diseñadores africanos notables tales como Kenneth Ize a encontrarse con audiencias internacionales a través de alianzas con socios como LVMH, el trabajo que la diseñadora Pappa Oppong con la tienda estadounidense Macy’s, y un programa de becas que busca profundizar la relación entre marcas de moda líderes en África y marcas de lujo y tiendas Europeas establecidas. A la fecha, AFF ha invertido más de $1.7 millones de dólares en inversiones directas e indirectas en 24 creativos y marcas africanas y a través de alianzas que incluyen a Vogue Talents (Scouting for Africa), así como a través del recién concluido Retiro anual de la industria creativa. Continuamos aportando al abanico de oportunidades para los creativos africanos al expandir nuestras alianzas filiales en Italia, Oriente Medio y, más recientemente, Londres a través de mi nombramiento en el Consejo de asesores del Condé Nast College of Fashion & Design, ente encargado de ayudar a incrementar la habilidad de la institución para ser vanguardista y relevante para las necesidades de una audiencia estudiantil más diversa. El nombramiento abre un nuevo camino para que los creativos africanos tengan acceso a información de vanguardia y herramientas educativas que les permitirán ser más competitivas en un mercado que evoluciona velozmente.

Sin embargo, este esfuerzo de impacto nos presenta con sus propios y únicos retos socioeconómicos, culturales y logísticos, cada uno capaz de inhibir cualquier avance. Con un continente tan diverso cultural y políticamente, es imposible obtener una solución homogénea para todo África; y esta es una realidad que sigue resaltando la necesidad de que haya niveles de inversión adecuados y comprometidos.

Si bien cada esfuerzo de inversión trae consigo un riesgo inherente, el mayor riesgo ha demostrado ser la simple inacción de aquellos que tienen control sobre los mayores recursos y que tienen mayor influencia sobre la industria en general. Afortunadamente, la inacción ya no es una opción, en parte por necesidad y en parte porque, gracias a sus propios espíritus innovadores, los jóvenes creativos están haciendo cosas impresionantes y encontrando maneras de superar obstáculos. Esta actitud valiente que quiere “ganar a toda costa” ha puesto en evidencia la antigua falta de voluntad o incapacidad de la moda y sus industrias conexas para relacionarse de manera significativa con el sector en África. Puesto que la medida más fidedigna del deseo de poner en marcha el cambio no es un conjunto de respuestas de corto plazo y reactivas a un problema sino una trayectoria consistente en el tiempo hacia la mejora de un problema, AFF creó a Frallain Group, una firma global de inversión de capital y aceleradora de marcas para marcas de lujo emergentes que pertenezcan a diseñadores de color. También creó IFFAC Investment Holdings, un vehículo de inversión para marcas africanas que desarrollen productos hechos de manera sustentable y ética.

Cada una de estas inversiones impactantes sigue resaltando y construyendo la vitalidad de la economía creativa Africana, pero falta mucho por hacer. En general, el trabajo que hacemos ha demostrado ser eficaz, pero ya es hora de que los grupos de apoyo lo mejoren de manera exponencial. Antes de poder disfrutar de la cosecha uno debe antes plantar la tierra. Así que no nos comprometamos solamente de palabra, sino que hagamos un esfuerzo unificado para lograrlo.