Notas de campo de una inversora africana

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La inversión de impacto exitosa en el arte y la cultura africanos requiere una apreciación del contexto local y del valor relativo de diferentes clases de activos culturales, así como la capacidad de identificar gestores locales “inno-nativos”. Piensen en ello como algo parecido a un safari de inversión.

Una vez un analista financiero amigo formuló una pregunta muy sencilla: «Tengo un dólar y puedo invertirlo en cualquier lugar. ¿Dónde puedo obtener el mayor retorno, en el menor tiempo posible, y con el menor riesgo posible?». Y así, amigos míos, es como empieza nuestro safari de inversión.

Piensen en el inversor de impacto que asigna capital tanto a obtener una ganancia como a mejorar el mundo. La pregunta acerca de la asignación de capital sigue siendo pertinente, pero con algunos retos. ¿Dónde se encuentra ese lugar feliz donde se pueden optimizar las ganancias, la escala, el tiempo y el riesgo, y conseguir un impacto significativo en la mayor cantidad posible de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas? En términos de inversiones, es el equivalente a ver a los Cinco Grandes en un único safari al África: claro que es posible, pero no resulta fácil.

A continuación, dirijamos la atención de nuestra inversión de impacto al arte y la cultura en particular. Si la cultura es la narrativa de un pueblo (es decir, cómo come, reza, ama, se viste, juega, construye, etc.), ¿cuáles son, entonces, los mejores “activos” para invertir de modo rentable y sostenible? Es más, ¿por qué siquiera intentaríamos convertir la cultura en riqueza?

Como inversora veterana que ha viajado de Hollywood a Broadway y de allí a Ghallywood en Ghana, puedo decir, sin miedo a equivocarme, que en cualquier lugar es difícil hacer dinero invirtiendo en arte y cultura. He invertido en radio, televisión, cine, antigüedades, artesanías, arte moderno y festivales culturales. Hemos sido más afortunados que la mayoría, y hemos ganado premios y obtenido un contrato de distribución con los estudios Paramount, aunque nuestro esfuerzo se haya visto recompensado con una ganancia modesta. Pero nos empeñamos en seguir, porque, como profetizó un productor de Broadway, cada cierto tiempo un inversor descubre un éxito tan rutilante que su impacto, por no hablar de su ganancia, resulta transformador para, literalmente, millones de personas.

Así es el poder del arte y la cultura en general, y eso es lo que enciende la pasión y la perseverancia de los inversores de impacto. Si cambiamos nuestra historia colectiva, podemos transformar nuestra existencia misma. Se podría decir que no hay impacto más importante. Así que asignamos capital, ganemos o perdamos, para torcer la trayectoria de lo que es tanto humanamente posible como, si somos afortunados, bello. Pensemos en El Rey León, la historia africana por excelencia. Basada en lengua, música y tradiciones africanas, la realización de la película animada original de Disney en 1994 costó USD 46 millones. No solo terminó cosechando una ganancia de casi mil millones de dólares por la película, sino que Disney remixó su propiedad intelectual en la obra de Broadway más importante de todos los tiempos. Desde entonces, la obra El Rey León ha generado USD 1680 millones a lo largo de 23 años por ventas de entradas y merchandising. En 2019 la compañía gastó otros USD 250 millones para lanzar la última versión animada de El Rey León, con lo que logró la película animada más taquillera de la historia, que generó más de USD 1500 millones. (¿Alguien puede decir hakuna matata?). Esto demuestra que una irresistible historia de inspiración africana puede monetizarse con éxito, reiteradas veces y a gran escala.

Por supuesto, la lista de éxitos de inspiración africana, ya sean grandes o pequeños, es tan larga como el Nilo. Esto se debe a que, en esencia, un éxito es un éxito porque trata de la existencia humana. Surge de la madre de todas las historias, plasmada en música, vestimenta, piedra o cine de un modo que se vuelve viral porque surge en un momento específico de una manera que enriquece, tanto como sorprende o deleita.

Asignamos capital, ganemos o perdamos, para torcer la trayectoria de lo que es tanto humanamente posible como, si somos afortunados, bello.

Desde la exuberante Black is King de Beyoncé hasta Pantera Negra, el suceso de Marvel de 2018 (la quinta película más taquillera de todos los tiempos), pasando por la omnipresencia del tejido kente de Ghana y las historias de Anansi compartidas a lo largo de la diáspora, hasta la canción del ya fallecido Manu Dibango, Soul Makossa, que inspiró a Michael Jackson: somos muchos los que vamos tras el compás irresistible, el giro de frase, la perfección creativa que anima, cautiva y emplea a millones de personas y, con suerte, genera importantes ganancias.

Por eso, con el deseo de colaborar, estas son algunas lecciones de los safaris de inversiones que realicé en el pasado:

  1. Dónde: Enfóquense primero en los países africanos reconocidos por su rico patrimonio cultural. Analicen atentamente la realidad actual sobre el terreno, en términos de economía, política, legislación, tecnología, educación y artesanías. Idealmente, queremos “que fluya”: es decir que el movimiento rico de ideas, productos y personas genere expresiones artísticas y culturales que inspiren y puedan escalarse.
  2. Quién: Busquen identificar y apoyar tanto a artistas locales consagrados como a nuevos artistas que compartan los valores empresariales, y aprovechen la tradición para ser “inno-nativos”, una expresión acuñada por el arquitecto ghanés Joe Osae-Addo, fundador de ArchiAfrika.com y la Jamestown Gallery Café en Accra.
  3. Qué: Pongan el foco en aquellos sectores por los que tengan una pasión innata y una manifiesta ventaja competitiva para originar un pensamiento innovador, una calidad superior y escalabilidad, dice Jewel Arthur, fundador de NuAfropolitan Gallery. Insistan en múltiples fuentes de ingresos, y recuerden que la paciencia es nuestra mejor amiga, aconseja la Dra. Poem van Landewijk, fundadora de Wild Gecko Handicrafts.
  4. Cómo: La única manera de crear riqueza a lo largo del tiempo es tener un activo, ya sea un edificio o una historia, que genere ingresos, preferiblemente, en moneda dura. Lo que importa no es lo que se tiene, sino lo que se puede proteger y distribuir ampliamente. Por supuesto, el turismo y los bienes inmuebles culturales son transformadores de un lugar, pero también lo es la propiedad intelectual africana, siempre que esté legalmente protegida y distribuida. Hasta la fecha, esta cuestión no ha recibido suficiente atención, pero es fundamental que lo haga. La habilidad para manejar los contratos de licencia global, distribución y reparto de ganancias para los diseños, las medicinas tradicionales y las historias africanas será fundamental para que los africanos se beneficien plenamente de su propio patrimonio cultural. Nicole Amarteifio, la escritora y directora de la popular serie web An African City, hizo bien en monetizar su propia audiencia global cuando Hollywood se demoró en valorar sus historias como correspondía. Es evidente que la tecnología colaborará con este esfuerzo, incluso para los artesanos tradicionales. El artista Kofi Setordji ha trabajado con maestros tejedores para documentar y revolucionar sus artesanías tradicionales, con el fin de destacar su relevancia y sostenibilidad. Derrick Ashong, de Amp.it, recurre a la tecnología para la distribución de música y para involucrar a una audiencia global. De modo similar, los inversores deben innovar sus vehículos de inversión e ir más allá de una onerosa deuda y capital, para optar por un financiamiento mixto (es decir, fondos concesionales combinados con capital privado) y modelos de distribución e ingresos compartidos.
  5. Por qué: Como dice el proverbio africano, “se necesita una aldea para criar a un niño”. Este mundo global e hiperconectado en que vivimos premia la velocidad, la habilidad y el capital en varias áreas de modo simultáneo: la generación de ideas, el financiamiento, la producción, la comercialización y la licencia y la distribución de contenido multiplataforma. Puesto que son pocos, si acaso, los que dominan todas las áreas, las asociaciones globales son fundamentales para que los africanos saquemos un gran provecho de nuestro propio patrimonio cultural.

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