El poder de la música para cambiar vidas

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Un proyecto que reúne a estudiantes de música y personas que experimentan desafíos como la falta de vivienda está produciendo música hermosa y transformando la vida de los participantes.

«El poder de la música» es tal vez un cliché, pero en mi profesión veo el impacto que la música tiene en los individuos vulnerables todos los días: es profundo, y en algunos casos, es capaz de cambiar una vida.

En 2019 fundé MetamorPhonics CIC, mi empresa con interés comunitario, con el objetivo central de usar la música para empoderar a las personas que luchan con desafíos significativos de la vida como la adicción, los problemas de salud mental y la indigencia para convertirse en miembros independientes, activos y valorados de la sociedad. Había trabajado en una amplia gama de entornos sociales en mi carrera que abarcaba 20 años como líder de talleres de música creativa. Yo había impartido y dirigido un programa de maestría en educación superior en la Guildhall School of Music and Drama desde finales de la década de los 90 y en la Universidad de las Artes de Islandia desde principios de 2000. Sin embargo, había llegado el momento de fundar mi propia empresa independiente, y me basé en las sólidas relaciones que había forjado con mis empleadores existentes y otros socios con quienes ya colaboraba.

Ahora, en su tercer año de funcionamiento, MetamorPhonics dirige bandas, cada una con su propia identidad, en Londres, Leicester, Los Ángeles e Islandia, fundadas en colaboración con instituciones de educación superior, orquestas, centros de rehabilitación laboral u organizaciones benéficas para personas sin hogar. Las bandas están dirigidas por líderes musicales profesionales altamente experimentados y se centran en procesos de composición colectiva y colaborativa, lo que produce música de alta calidad como resultado, creada por todos los miembros de la banda y que es propiedad colectiva de todos.

Nuestro modelo de proyecto particular se deriva de la combinación entre estudiantes de música y personas con experiencia de vida de los desafíos anteriormente mencionados, y de la forma en que apoyamos a ambos grupos para dar los próximos pasos hacia un futuro independiente y satisfactorio. Cada banda está compuesta por un 50 % de estudiantes de educación superior y un 50 % de personas en proceso de recuperación. La estructura de las bandas carece de jerarquías, y sus miembros trabajan juntos para escribir música original, independientemente de sus historias de vida, edades y antecedentes musicales, factores en los que difieren diametralmente.

A lo largo de esa primera mañana las personas que llegaban a veces sólo necesitaban que les diéramos ánimos con una taza de té y les prometiéramos que no les haríamos tocar nada

El programa se originó a partir de un proyecto que creé en mi trabajo en la Guildhall School of Music and Drama en 2012. The Messengers fue un proyecto que se dio originalmente en colaboración con la organización benéfica para personas sin hogar de San Mungo. El primer proyecto tuvo lugar en un centro comunitario en el este de Londres, donde trabajamos con cinco estudiantes de música y el baterista y productor musical Guy Wampa-Wood y esperábamos que se unieran miembros del St. Mungo ‘s Recovery College. A lo largo de esa primera mañana, las personas que llegaban a veces sólo necesitaban que les diéramos ánimos con una taza de té y les prometiéramos que no les haríamos tocar nada. Pero cuando entraban los tambores ya no había marcha atrás. Tres días después invitamos a un pequeño público a asistir a un intercambio informal, donde el grupo interpretó 20 minutos de música original, co-creada en su totalidad.

The Messengers cultivaron éxito tras éxito. El grupo se reunía tres veces por año y se volvió prolífico en su proceso de composición, escribiendo varias piezas nuevas en cada bloque de ensayos. En 2016, el grupo fue contactado por Luaka Bop, el sello discográfico de David Byrne en Nueva York, para colaborar con su artista Doug Hream Blunt. La banda y Doug trabajaron juntos durante tres días y escribieron cuatro piezas musicales de manera colectiva, las cuales interpretaron en el escenario principal del festival de música Field Day. Un año más tarde, Doug regresó a Londres para grabar las canciones con The Messengers y actuar en el Jazz Café en Camden y en Walthamstow Garden Party, un festival al aire libre en el este de Londres, al que asistieron decenas de miles de personas.

En ese momento, supe que este proyecto necesitaba ir más allá. Esto era algo que podía ser recreado en diferentes lugares; y así nació MetamorPhonics. Nuestra mayor operación se encuentra actualmente en Islandia, donde trabajamos con una red de centros de rehabilitación laboral, la Universidad de Artes de Islandia (IUA), la Ciudad de la Música de Reykjavik y la Orquesta Sinfónica de Islandia. Dirigimos bandas en tres (que pronto serán seis) centros de rehabilitación laboral en diferentes partes del país, y cada banda se reúne dos veces al año. Se invita a los participantes a postularse para ser miembros de Korda Samfónía, la big-band colectiva, cuyos miembros son personas en recuperación, estudiantes de la UIA y músicos de la Orquesta Sinfónica de Islandia. En 2021, su primer año de operación, Korda Samfónía se reunió durante 10 días. En el décimo día del proyecto, la banda interpretó 60 minutos de música original ante un público de 500 personas que respetaron las restricciones de distanciamiento físico en el auditorio musical más prestigioso de Islandia, Harpa. El concierto fue nominada por los Icelandic Music Awards como Evento del Año en la categoría de pop, rock, rap y hip hop. El concierto fue grabado y en 2022 se lanzó el álbum debut de Korda Samfónía, Ég sé þig (Puedo verte).

MetamorPhonics está desarrollando un programa de pasantías en Islandia, apoyado por la red nacional de centros de rehabilitación laboral. Tenemos tres aprendices en el equipo, quienes apoyan la ejecución de todos los proyectos, asisten a cursos de capacitación de liderazgo musical y reciben tutoría individual y grupal.

Después de su primer año de participación, realizamos entrevistas individuales con los aprendices para escuchar más sobre su experiencia. Nos conmovieron sus increíbles historias y nos encantó escuchar sobre el alcance del impacto del programa para ellos. Los alumnos estuvieron de acuerdo en que ahora se ven a sí mismos bajo una luz diferente. Se sienten más conscientes de sus propias fortalezas y talentos y se han sorprendido a sí mismos con sus propios logros. Han cambiado sus ideas sobre lo que les deparará el futuro y han tomado medidas prácticas para cambiar sus trayectorias. Todos hablan de lograr un estado de salud mental dramáticamente mejorado, una autoimagen más positiva, emoción por el futuro y de haber descubierto una nueva alegría de vivir. Todos tienen una pasión por hacer que la música sea accesible a más personas después de haber experimentado la profunda transformación que ha traído a sus propias vidas.

Hacer música va mucho más allá del acto de crear bandas sonoras para el disfrute de la gente. Espero que estén de acuerdo conmigo cuando afirmo que el poder de la música es real, y puede cambiar vidas.

¿En cualquier caso, de quién es esta tierra?